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Qué es el Sistema de Alerta

Estas palabrejas suenan muy a menudo en consulta. ¿Qué queremos decir?

Aquí te lo explicamos paso a paso.

 

Nuestro Sistema Nervioso Central está compuesto por el Encéfalo y la Médula Espinal. Junto a ellos trabaja el Sistema Nervioso Periférico (los nervios).  En conjunto forman nuestro Sistema Nervioso, encargado de coordinar y ejecutar todas las acciones de nuestro organismo. Unas ocurren de forma automática, como la respiración, la digestión, la gestación… y otras son voluntarias, por ejemplo coger un lápiz, lanzar una pelota…  También existen los Reflejos, que son movimientos involuntarios que se desencadenan en la médula espinal sin llegar al cerebro.

Pues bien, el Sistema Nervioso Vegetativo o Autónomo es el que regula la mayoría de las funciones vitales de nuestro organismo. Todo está ocurriendo de forma ordenada, sincrónica y perfecta para mantenernos con vida.  Éste tiene dos modos de funcionar: SIMPÁTICO O PARASIMPÁTICO.

Al igual que si tienes el modo avión activado en el móvil no puedes utilizar el modo normal para hacer llamadas, si nuestro Sistema Nervioso está en el «modo simpático», no puede estar a la vez en el parasimpático.

Sistema Nervioso Voluntario

Reflejos.

Sistema Nervioso Vegetativo Simpático y Parasimpático. Funciones.

Sistema Nervioso Vegetativo o Autónomo

El sistema de alerta no es más que el Sistema Nervioso Vegetativo Simpático.  Es un modo o un estado magnífico para salir huyendo o luchar contra un león. Es un modo de funcionar explosivo que hace que todo tu cuerpo se active, se agudicen tus sentidos, los reflejos, se activan los músculos, el corazón…. todo preparado para salir de una alerta máxima. Sin esto, no hubiéramos sobrevivido. Esto es lo que se conoce como Estrés, que no es nada malo, como pensamos hoy en día, sino algo buenísimo que nos ha salvado la vida durante miles de años. Qué ocurre, que este sistema gasta mucha energía e inhibe (o ralentiza) funciones muy importantes como la digestiva, sexual, reproductiva, regenerativa… Este «estado de alerta» no es para que dure mucho tiempo, de hecho, cuando se perpetúa en el tiempo se empiezan a dar las enfermedades psicosomáticas, que no es más que la consecuencia de una alerta mantenida durante mucho tiempo. Esto se explica genial en un libro que leí en la Universidad por recomendación de nuestra profe psicóloga. Por qué las cebras no tienen úlceras.

El problema es que no se puede estar en alerta 24 horas, porque esto desgasta nuestro organismo, a este estado se le llama simpaticotonía… y a esto es a lo que nos referimos cuando os decimos que tenéis muy activo el sistema de alerta. 

 

 

Pero, ¿qué ocurre en nuestro organismo a largo plazo?

A corto plazo, la simpaticotonía cursa con taquicardia, midriasis, hiperhidrosis y con un aumento de la excitabilidad vasomotora. Hay una hipersensibilidad a la adrenalina. Puede ocasionarte todo tipo de problemas de salud derivados de esta hiperactividad del cuerpo, incluso puede llegar a «paralizarte» en altísimas dosis, como esa sensación de miedo infinito que te bloquea.

Si nos mantenemos a alerta durante mucho tiempo, se bloquea el aprendizaje. En bajas dosis o puntuales, el estrés o la simpaticotonía favorecen el aprendizaje porque tienes que crear nuevas estrategias mentales y corporales para adaptarte a una situación. Pero cuando hay un estrés muy mantenido, cuando tenemos la alerta muy activa, se bloquea la entrada sensorial (no escuchas, ni atiendes, te hablan y casi ni te enteras…), se bloquea la memoria y el aprendizaje. Si hay mucha activación simpática, el cuerpo no tiene tiempo para descansar y regenerarse, con lo cual es más fácil que falle algún órgano o algún grupo celular. Por eso, es más fácil que enfermes, no podemos tener adrenalina y corticoides todo el día en sangre. El sistema nervioso vegetativo simpático y parasimpático deben de ir alternando a lo largo del día para que todo esté en equilibrio. El problema es que las vidas que llevamos hoy en día, sobre todo a nivel mental, son demasiado aceleradas. Estamos todo el día pensando, haciendo, agobiándonos…. y no dejamos tiempo a la relajación, al equilibrio. Por eso, se descompensa.

A la larga puede derivar en alguna enfermedad psicosomática o un trastorno global del organismo.

problemas digestivos, agotamiento, cansancio, fatiga, problemas de sueño, bajada de defensas

El buen funcionamiento del sistema neuroendocrino e inmunitario tiene mucho que ver con el equilibrio tensional dentro del cráneo y el orden fascial.

  • La hipófisis está en el centro del encéfalo y es una glándula que segrega muchas hormonas que intervienen en otras glándulas y en muchísimos procesos fisiológicos.
  • El bombeo del líquido cefalorraquídeo mueve las fascias de todo el cuerpo y hace que llegue bien la sangre y los fluidos a todas las células del cuerpo.
  • Las fascias (tejido conectivo) son grandes comunicadores entre células. No solo sostienen y protegen la estructura celular sino que además se ha demostrado que son portadoras de muchas vías de comunicación molecular. Esto facilita la coordinación entre estructuras y sistemas. Es muy importante el orden en estas estructuras para que las células de la respuesta inmunitaria lleguen bien a todas las células. Si hay mucha tensión fascial, se activa la alerta del sistema nervioso y actúa en mayor medida el sistema simpático. Cuando este estado se mantiene en el tiempo, sin la actuación de su antagonista y también necesario, el sistema parasimático, nuestro cuerpo funciona peor y empieza a desgastarse y a enfermarse.
  • El sistema digestivo está regulado por el «segundo cerebro», que depende principalmente del sistema nervioso vegetativo y del nervio vago  .No sé si has oído hablar del segundo cerebro. Es una cadena ganglionar de neuronas que se encuentra cercana a nuestro aparato digestivo. Una buena digestión garantiza una buena regulación simpática parasimpática.
  • Es en el intestino donde se fabrica la mayor cantidad de serotonina, precursor de la melatonina. Un deficit de estas moléculas puede hacer que tengamos problemas de sueño y una alteración del ritmo circadiano.
  • En el intestino se encuentran el 70% de las defensas de nuestro organismo. Si fallan las digestiones es muy probable que disminuya tu número de defensas a nivel global y tu sistema inmune se vea resentido.
  • La relación entre el intestino y el cerebro es fascinante. Leer

Quizás nunca has escuchado hablar de estas relaciones, y es muy importante comprenderlo para saber por qué a veces se alteran tantas cosas a raíz de unos «simples» problemas digestivos, como ves, hay muchas más cosas detrás que se están desorganizando.

Si quieres conocer mejor cómo funciona, qué alimentos son los que mejor te sientan, cuáles inflaman, cuáles son hipotóxicos… lee este artículo. 

Problemas musculares y articulares. Reumatismos y Hernias discales.

Los músculos tienden a tensarse y suelen tener más contracturas, que no son más que activaciones del músculo e incapacidad de relajarse. Esta claro, si viene un león, tengo que luchar contra él o salir corriendo, para ambas cosas necesito fuerza muscular. Los músculos solicitan mucho alimento y al final acaban fatigándose de tanta actividad. Esto desencadena a veces en fibromialgia, agotamiento, fatiga crónica…

Los grupos musculares que más suelen tensarse ante un estado de alerta son la fascia toracolumbar, el cuello, la zona de la nuca, la mandíbula, los músculos craneales, suelo pélvico y los respiratorios.

 

La tensión muscular y fascial hace que no se puedan mover bien las articulaciones, esto unido a los altos niveles de adrenalina y corticoides hace que proliferen las enfermedades inflamatorias tales como la artritis, artrosis, hernias discales…

Sistema fascial y meníngeo, Vísceras y Salud Cardiovascular

Las fascias son controladas por el sistema nervioso vegetativo porque contienen entre las fibras de tejido conectivo células musculares lisas. (saber más aquí) 

Esto hace que cuando se activa la alerta (simpático), las células musculares lisas se contraen y todo el tejido fascial acorta su longitud, aproximando sus fibras. Esto forma una especie de «coraza» ya que el tejido pasa de ser flexible y elástico a ser más duro. Tiene mucho sentido desde el punto de vista de la supervivencia. Por ejemplo, si me caigo, mis fascias reaccionan rapidísimo contrayéndose y poniéndose tensas evitando así que pueda partirme un hueso o dañarme alguna estructura importante.  Es una forma de protegernos. Pues bien, las fascias se activan igual ante una caída, un león o un pensamiento destructivo. El cuerpo activa la alerta de la misma forma, según esté acostumbrado a reaccionar. Si una fascia se mantiene activa durante mucho tiempo y no puede relajarse (porque la alerta sigue activa), esa tensión se está transmitiendo también a las estructuras adyacentes. Es decir, si la fascia envuelve por ejemplo a un músculo, cuando se activa la alerta, ésta va a generar más presión al músculo y éste va a tener menor rango de movimiento porque está como apretado.

Qué pasa con las meninges? Todas las estructuras del cuerpo están envueltas en una capa fascial excepto la médula y el encéfalo que están envueltos en tres (las meninges: duramadre, aracnoides, piamadre). Estas estructuras necesitan aún más protección por eso son envueltas por 3 capas fasciales. Una tensión excesiva en el sistema fascial puede crear una activación de las meninges, y no es lo mismo que lo que esté apretado sea un músculo, que el cerebro… Por eso también existe el líquido cefalorraquídeo, que distribuye las tensiones y mantiene al sistema nervioso bien protegido, entre otras funciones. Cuando hay mucha tensión meníngea, no circula bien el líquido cefalorraquídeo y se pueden dar casos de hiperpresión craneal, además de una mala distribución de las tensiones en todo el encéfalo lo que puede acarrear dolor de cabeza, mareos, alteraciones hormonales, bajadas o subidas de tensión, bochornos o incluso escoliosis. Todo dependerá de la zona que esté más tensa.

Los órganos están envueltos también en fascia, pero es que además, muchos de ellos están rodeados de musculatura lisa, como el estómago, la pared intestinal o el útero. Esto hace que ante una simpaticotonía, se tensen y funcionen peor, provocando incluso dolor. 

Lo mismo ocurre con la circulación. El sistema venoso, arterial y linfático también depende del sistema vegetativo, con lo cual se ve alterado. Ésto unido al aumento de tensión de las meninges hace que empiece a fallar también la circulación. El corazón aunque tiene mucha musculatura lisa, también es controlado por el sistema nervioso vegetativo, tiende también a tensarse (pericardio) y a la larga, puede desencadenar alguna patología cardiovascular.

Esto activa aún más la alerta, y la alerta activa más a las meninges y las fascias, y es el pez que se muerde la cola. Entramos en un círculo vicioso de alerta, tensión.

 

Ritmo craneosacral animado. Observa cómo se van moviendo los huesos del cráneo según el bombeo del líquido cefalorraquídeo.

Dolor Referido, Dolor Crónico, Migrañas

Cuando el estado de alerta se mantiene en el tiempo, el cuerpo se vuelve «hipersensible» por llamarlo así. Esto quiere decir que activa la alarma (alerta – simpático) de forma desmesurada. No es lo mismo que se active la alarma cuando entra un ladrón a robar, que es algo normal y específico, que si se activa la alarma porque ha pasado una mosca. Lo segundo es una falsa alarma, una respuesta exagerada de nuestra alarma. Hemos encendido toda la sirena, hemos llamado a la policía, hemos pasado el susto… para nada. Hemos gastado mucha energía en hacer todo eso, para nada….

Pues algo así es lo que pasa cuando el sistema de alarma ya se vuelve hipersensible. Que desencadena dolor cuando no hay daño ni necrosis tisular, que desencadena una alerta globalizada (simpaticotonía) cuando no es tan necesario, ante algo cotidiano…. Eso se nota cuando dices que estás «sobresaltada», que te asustas con facilidad, que «estás con la escopeta cargada», que estás más «reactiva»… Son formas de explicar que tiendes a activar tu alarma con más facilidad, aunque no haya motivos reales para preocuparse. Pues esto es lo que hace el estrés mantenido. Que además de todo el cuadro que hemos visto, te tiene siempre en tensión esperando que vaya a pasar algo malo.

Hay gente que le pasa esto que se autodenomina como «soy nerviosa», «soy inquieta», «yo no me relajo», «soy muy activa, o hiperactiva»…. y no, nadie es nada, porque todos estamos en estos estados alguna vez a lo largo del día. No somos tranquilos o nerviosos, estamos en este momento tranquilos y en otro momento nerviosos, a veces tristes, a veces contentos, a veces enfadados, a veces amorosos…. Son estados que cambian, pero sí que podríamos decir que «tenemos la alerta más activa»

Hay mucha gente con migrañas o con dolor crónico que solo debería entender esto. Os recomiendo que leáis a Arturo Goicoechea. 

A veces solo se trata de una decisión que debes tomar y lo sabes desde hace tiempo, alguien que debes alejar de tu vida, quizás sea ponerte en tu sitio, respetarte, cuidarte…

Ansiedad, Toc, Nerviosismo y otros estados alterados de la Psique

Toda esta tensión corporal unida al desorden hormonal, de los ritmos del cuerpo y del funcionamiento sistémico harán que se altere nuestro estado emocional. Si quieres saber más pulsa aquí. 

También tenemos un artículo dedicado en exclusiva a la ansiedad. Dale las gracias a tu ansiedad. 

HAY GENTE QUE TIENE ACTIVO EL SISTEMA DE ALERTA DESDE PEQUEÑOS, O DESDE ANTES DE NACER.

¿Qué puede activar la alerta?

La alerta se debería activar y desactivar muchas veces a lo largo del día y a lo largo de nuestra vida. Unas veces más intensa que otra, dependiendo del peligro, para así poder programar una respuesta útil para la supervivencia.

  • Un estímulo muy intenso o un problema grave puntual
  • Una situación de vida límite
  • Estrés mantenido
  • Una infancia complicada
  • Una vida intrauterina en la que la mamá tiene muchas emociones demasiado intensas (miedo, angustia, ansiedad, depresión…), en la que no hay una buena vinculación con el papá (maltrato, abandono familiar, bebé no deseado, desatendido…) o no hay una estabilidad familiar emocional….
  • Un parto complicado, una cesárea, fórceps, ventosas, kristeller (cuando se te suben en la barriga, aunque no se recomienda por la OMS…), traumitas varios durante la vida…

 

Todo esto y mucho más pueden activar la alerta. Depende de la sensibilidad de la persona y de la situación en sí, del acompañamiento y sostén que ejerzan las personas que le rodean, de su integridad e inteligencia emocional etc etc… la alerta se activará en mayor o menor medida.

¿COMO PODEMOS NORMALIZAR NUESTRO SISTEMA DE ALERTA?

Esto es lo más interesante.

Todos quizás hemos sentido esta respuesta exagerada de nuestro sistema nervioso que nos tensa cuerpo y alma pero… ¿qué podemos hacer para solucionarlo?

AMOR Y ESCUCHA.

A un bebé: apego seguro, colecho, porteo ergonómico, brazos que se acostumbre,  lactancia materna…. Saber más aquí. 

A un niño o a un adulto: mindfulness, relajación, playa, campo, ejercicio, yoga, meditación, psicoterapia, liberación somatoemocional…. Lo más importante es tener bien cuidado tu nervio vago, te recomiendo que leas este artículo es muy cortito. Leer. 

Lo ideal en todos estos casos es que acudas a tu fisioterapeuta de confianza experto en sistema nervioso, osteopatía o terapia craneosacral. Hay muchas técnicas que te pueden ayudar a quitar del todo la alerta y empezar a vivir desde otro lado con más calma y más salud.

Si tienes alguna duda, escríbenos. 

Todo lo que aparece en rosita tiene enlaces que te llevan otras páginas para seguir profundizando.

 

 

He intentado explicarlo todo de forma clara y concisa, pero si no me he expresado bien o no me has entendido, por favor, házmelo saber que podamos aclarar tus dudas.

Un abrazo enorme.

María Bascón Logroño. Fisioterapeuta col. 3903.

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