El primer año de vida del ser humano es crucial en cuanto al desarrollo de sus capacidades motoras, cognitivas e intelectuales. Es entonces cuando se comienzan a establecer las bases de lo que será su árbol neuronal de adulto. Cualquier anomalía en esta etapa puede manifestarse posteriormente como un retraso en la maduración, déficits en las destrezas básicas como la coordinación, la propiocepción, el lenguaje, la capacidad de relacionarse…